martes, 29 de septiembre de 2015

Natacha de Walthéry. Tercer número del Integral de Dolmen.


La primera heroína del cómic franco-belga. Así de directo y de simple. Natacha tiene el honor de ser la primera mujer de la industria más potente del cómic europeo que no es la simple comparsa del macho alfa, de hecho ella misma tiene su propio compañero secundón en sus aventuras, Walter. Ella azafata, él asistente de vuelo, siempre envueltos en tramas complicadas pero hilvanadas perfectamente por los guiones de Mittéï y Borgers en el tercer volumen de la edición integral de Dolmen. Los personajes de F. Walthéry se mueven con soltura por los decorados de Jidéhem, un creador de primera (triunfó en solitario con las aventuras de Sophie, un trasunto de su propia hija) y un excelente dibujante técnico, perfecto para las dos aventuras que ilustra en este volumen "Instantáneas para Caltech" y "Las máquinas inseguras", dos álbumes que en realidad conforman una historia publicados en 1979 y 1980 respectivamente y que fueron pioneros en el tratamiento tecnológico en la popular revista "Spirou", esa que según Neal Adams, fan confeso del personaje, aseguraba que debería llamarse "La revista de Natacha", tal era su admiración por esta fémina extrañamente sensual y desinhibida para el cómic infantil-juvenil de finales de los setenta.

Walthéry es, sin duda, uno de los discípulos avanzados de Peyo, con el que trabajó durante años como ayudante para sus Pitufos y que sería elegido por el maestro para continuar las historias de Benito Sansón, también publicado por Dolmen, por cierto, que además ha completado los integrales de Johan y Pirluit con los relatos ilustrados por los sucesores de Peyo. De él, Walthéry aprendió el arte de la narrativa y eso no es poco decir. El maestro Franquin, gran amigo de Peyo, admiraba precisamente su capacidad para colocar a sus personajes en las viñetas de tal manera que con solo un vistazo a la página el lector pudiera averiguar qué estaba pasando. Su discípulo tiene un dibujo más abigarrado, quizás más sucio, pero también mucho más vivo, a veces parece que estemos viendo bocetos directamente realizados con tinta y eso, en las escenas de acción, es una ventaja puesto que el movimiento que se genera traspasa el papel. 
   Entre las historias que incluye este Integral destacamos "Natacha y la guerra de los monigotes" (1978) en la que el dibujante y el guionista Mittéï se divierten secuestrando a la plana mayor de "Spirou" (editor incluido). Todos los autores de las grandes series de la publicación en aquella época aparecen caricaturizados (y esclavizados) en un ejercicio autoparódico que será un gustazo para los lectores más avezados de la historieta franco-belga. Y no es éste el único regalo del volumen, entre los extras se incluye una entrevista al creador de Natacha en la que queda muy claro su carácter disperso y experimental, razón por la cual nunca se centró del todo en la azafata. 
   En definitiva, una nueva oportunidad para descubrir (o volver a disfrutar) un personaje que se había editado poco y mal en nuestro país previamente y que ahora reaparece en todo su esplendor.

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