jueves, 23 de mayo de 2013

Alfons Figueras o el humor negro




Cada vez que reviso mi tebeoca de Bruguera o que me encuentro con una vieja revista de Mortadelo o Zipi y Zape en una librería de viejo busco las páginas de ese pequeño y selecto grupo de autores que más me interesaban entonces y que siguen siendo una referencia para mí. Mientras la gran mayoría adoraba el estilo Ibáñez, que se convirtió en la "norma" en la última etapa de la editorial, yo prefería esos dibujantes más personales, minoritarios, con un estilo sólo para gustos exquisitos aunque también fueran populares. Raf, Martz Schmidt y Alfons Figueras formaban un triunvirato que me fascinaba, quizás porque se escapaban de lo habitual, porque sus viñetas tenían su propia personalidad, siendo de la escuela Bruguera no eran tan bruguerianas como otras y eso, marcaba la diferencia. Raf y Schmidt merecen una reivindicación inmediata pero Figueras, afortunadamente, sigue vivo editorialmente.


Sí, es cierto que no hace mucho pudimos ver una recopilación de historietas tanto de Raf como de Schmidt en una loable y digna iniciativa a lo SuperHumor de RBA pero lo de Figueras ha ido más allá. En los últimos años ha visto cómo su obra ha sido recuperada por dos editoriales al margen de modas: Astiberri y El Patito. La primera recogió las aventuras de Topolino en un tomo y la segunda algunas de sus páginas más negras en "Doctor Mortis" y "Estampas malignas". Figueras era un tipo curioso, un erudito en cine, el género de terror en todas las variantes populares, el cómic clásico norteamericano, los pulp... Uniendo esas filias con su negrismo consiguió crear una obra coherente e intransferible. Siempre decía que no era un gran dibujante, discrepo rotundamente. 
Figueras falleció en 2009, justo cuando El Patito Editorial había lanzado las Estampas, libro que todavía sigue en su catálogo y que recomiendo vívamente como el del inefable Doctor Mortis.

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